"Bienaventurado eres, peregrino, si descubres que un paso atrás para ayudar a otro vale más que cien hacia delante sin mirar a tu lado."
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Hace tiempo ya que volví del Camino de Santiago, antes de llevar una semana caminando una de las frases que no sé si construí por mi mismo o por influencia de otros peregrinos era la siguiente: "El camino es como la vida, en él te encuentras con piedras que te hacen tropezar y flores que te hacen más ameno el recorrido."
Esa máxima tenía una lección que aprender y es que mejor quedarse con el recuerdo del olor de la flor que crece entre las piedras, admirarla, dibujarla o sacarla una foto y dejarla para que el peregrino que venga detrás pueda disfrutarla en vez de quejarse de las piedras en las que tropiezas y que te van pinchando en los pies porque se cuelan en las botas como si fuesen pulgas saltarinas.
Con casi dos años de distancia temporal desde entonces, es ahora mi amigo Enrique quien está repitiendo la experiencia que yo viví. Ahora son mis recuerdos los que florecen entre las piedras de su camino.