Un examen de selectividad como cualquier otro, excepto por una cosa, las pruebas eran cada una en una ciudad, tras la prueba en Burgos sería en León y progresivamente migrando hacia el oeste. A la media hora de estar escribiendo y plasmando todos mis conocimientos una mezcla entre un ataque de tos y una arcada hace que una enorme bola de mocos intente ahogarme y me fuerce a abandonar el aula arriesgándome a dejar la prueba escrita incompleta y perder la oportunidad de acceder a la universidad.
Unos instantes más tarde, cuando conseguí librarme de la bola de mucosidades que atenazaba mi garganta el examen había concluido, el resto de compañeros estaba recogiendo para salir hacia León y salir en dos coches prosiguiendo su destino.
Cuando decidí tomar la iniciativa y conducir con mi propio coche era ya demasiado tarde, se habían cerrado las puertas de la universidad para mi.
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En realidad no sé que me quiso decir este sueño, quizás que me deshaga de toda mi mierda antes de que sea demasiado tarde y acaba ahogado en ella, que tome decisiones rápido y no le ponga la zancadilla a mi desarrollo personal.
Sea como fuere vomito literariamente lo que la experiencia onírica supuso para mi, por si hay alguien interesado en contemplar esos vómitos.