29 diciembre 2017

Echo de menos

Echo de menos la interminable hora de chateo antes de dormirnos.
Echo de menos las mañanas en las que cerrabas tu negocio por venir a comer conmigo.
Echo de menos tus abrazos inocentes.
Echo de menos tu energía tan rica.
Echo de menos tus llamadas.
Echo de menos que respondas a mi teléfono.
Echo de menos que te dejes felicitar el día de tu cumpleaños.


Echo de menos que todo fuese como antes.

13 agosto 2017

Tanto viento cuanto amor

Tarde calurosa de agosto, un guitarrista entretiene a los paseantes en Plaza Mayor, el reloj el ayuntamiento marca las 18:45 y se va haciendo la hora de marchar. Unas monedas caen en la funda de la guitarra y a cambio tomo un CD.


La mañana del día siguiente con el mismo escenario de fondo pero a distinta hora me encuentro con el mismo músico en el mismo lugar; sus canciones son un regalo para mi corazón y su voz el papel en el que van envueltas. 

Finalmente me decido, tomo un billete de 5 euros, un lapicero y le escribo un número de 9 cifras, mi número de teléfono. Me acerco a la funda de guitarra y lo coloco debajo de unas cuantas monedas.

Unos minutos más tardes el guitarrista hace una pausa en su repertorio, recolecta una parte de sus monedas y billetes y cuando retoma su labor musical, una dedicatoria para nada casual: "Burgos, una ciudad con tanto viento cuanto amor"

Esa misma tarde, un número privado llamó a mi teléfono, respondí y la voz me era conocida...

21 febrero 2017

Distancia

Hace tiempo pensaba que la distancia se medía en kilómetros, lo que separaba lo que estaba cerca de lo que estaba lejos.

Ahora he aprendido que hay más distancias de las que pensaba, ya no solo la distancia espacial, sino que también reconozco la temporal, la económica o la de interés.

Contra unas puedo luchar y acabar con ellas, contra otras se puede luchar juntos y todavía quedará alguna ante la cual no habrá nada que hacer pese a todo.

09 enero 2017

(Des)ilusión

Mucha gente en estos días escribe o ha escrito sobre la noche de reyes como la noche más mágica del año. Yo no voy a ser menos y quiero contaros como fueron las noches y mañanas de reyes de mi infancia.

A diferencia de Nochebuena-Navidad y Nochevieja-Año Nuevo, que íbamos alternando con la familia paterna y con la familia materna, la noche y el día de reyes siempre estábamos con los abuelos paternos. Por aquel entonces mis padres dormían en el pueblo y llegaban a Burgos para comer el día de reyes, mi tía dormía en su habitación, yo con mi hermano en la sala pequeña (que tenía un sofá-nido) y mis abuelos en la habitación de al lado. Recuerdo que en una ocasión me levanté para ir al baño en mitad de la noche y anuncié mi salida: "Voy al baño" porque la idea de sorprender a tres extraños en mi casa no era algo que me sedujese.

Cuando llegaba la mañana y amanecía no sé si era mi hermano o yo el que primero se despertaba; en cualquier caso, íbamos a la terraza, donde estaban los zapatos limpios y brillantes (la noche antes los habíamos limpiado y abrillantado con betún) junto con los regalos, todavía en pijama abríamos los regalos y ...
 
... ¡SORPRESA! Los reyes se habían equivocado, si yo pedía un peluche del rey león que hablaba y rugía, los reyes me traían un libro del rey león, a veces se equivocaban y me traían un polo que no había pedido ni quería y otras veces algo que se parecía pero no era lo que había pedido. Un recuerdo que tengo bastante presente fue un año que pedí el castillo de pinypon, al amanecer y ver la caja enorme lo primero que grité fue "He arruinado a los reyes magos". Preparándome para escribir esta entrada he encontrado una página con fotos de otro castillo igualito al que tuve yo y en el que invertí largos ratos de juegos.


Lo que vengo a decir con toda esta parrafada es que aunque mis reyes magos siempre se equivocasen, al final los ratos de juego fueron iguales y puede que incluso mejores que si no se hubiesen equivocado pero que siento por otro lado que mi madre nunca pudiese ver la ilusión con la que mi hermano y yo vimos y abrirmos los paquetes en la terraza al lado de los zapatos limpios y brillantes.

Y sí, el título de la entrada es (Des)ilusión porque dentro de la desilusión por no tener lo que se aspiraba, sigue estando la ilusión por tener algo que se le parece o que lo suple. Como dijeron siempre en mi casa: "Deshacer y hacer todo es hacer".