"Para Derya, desvelo de mis noches y causa de mi locura, con el ardiente deseo de un amante que la busca entre las sombras de la melancolía." (René Kuhnheim)
Tumbado boca arriba con la cabeza apoyada en un cojín cuadrado de terciopelo amarillo, aislado del mundo, con la espalda sobre un colchón mullido, las gafas sobre los cabellos, los pies descalzos y las botas a su derecha.
Un pasaporte y dentro de él un billete azul con destino a donde quiera volar, sin más límites que su propia imaginación. Un tren de Alicante a Madrid, un paseo por la Gran Vía y de nuevo tomar un avión esta vez con destino a Estambul, o quizás Munich o Frankfurt.
Redescubrir sensaciones, recuerdos, colores y olores ya olvidados, recordar el primer amor, recurrir a los poetas franceses para hacer una vaga definición de un sentimiento que quizás nadie haya sabido nunca definir con precisión y distinguirlo del cariño y finalmente al final del trayecto emerger hacia la realidad cotidiana.
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