Hay palabras que alivian, hay palabras que hieren y deben ser guardadas convertidas en silencios, en vacíos y en ausencias.
Hay silencios que hieren, hay silencios que lastiman, no a quien los percibe sino a quien los guarda, se guarda las palabras por miedo de no ser aceptado, de herir los sentimientos de otras personas o de no agradar.
A la larga estos silencios se van acumulando, no se exteriorizan los sentimientos y cuando se vomitan son como minas a la deriva, van a explotar causando daño, pero nadie sabe dónde ni cuando van a explotar, ni siquiera las consecuencias que la explosión van a tener.
Hoy me apetecía escribir y me disteis el pretexto adecuado para ello.
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