Desde ese encuentro en la villa del señor no he parado de pensar en aquel día, así que tras mucho planearlo finalmente me lancé a una nueva aventura.
10:00 De nuevo pongo pie en la noble villa, una vez allí dirijo mis pasos hacia el este y una vez en la encrucijada hacia el norte hasta llegar a la ribera del Nervión. Atravieso la corriente y llevo a cabo una serie de documentación que necesitaba.
12:00 Bombones para quienes trabajan eficientemente, mis pies se dirigen a la muestra del Museo de Bellas Artes, donde me entretengo un par de horas, deleitándome con las texturas, los volúmenes y las pinceladas, a veces furiosas, otras sutiles y delicadas.
15:00 Cita junto al lugar en el que nos despedimos por primera vez, juntos caminamos y damos buena cuenta de un plato de verduras especiadas y carne adobada. De postre bombones derretidos bajo el sol de julio.
16:00 Recorrido hasta Sopela, mi primera experiencia en una playa nudista. Descubro la existencia de las playas nudistas mixtas y el placer que puede significar bañarse sin ropa y dejar que la piel se seque al sol antes de volver a cubrirse con ropa para tomar un poco de los últimos rayos de sol.
19:00 Mi vehículo parte de nuevo dejando tras de mí lo que he vivido, a lo que he renunciado, lo que he hablado y callado.
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