22 julio 2016

Reencuentro con Don Diego López de Haro


Desde ese encuentro en la villa del señor no he parado de pensar en aquel día, así que tras mucho planearlo finalmente me lancé a una nueva aventura.


10:00 De nuevo pongo pie en la noble villa, una vez allí dirijo mis pasos hacia el este y una vez en la encrucijada hacia el norte hasta llegar a la ribera del Nervión. Atravieso la corriente y llevo a cabo una serie de documentación que necesitaba.

12:00 Bombones para quienes trabajan eficientemente, mis pies se dirigen a la muestra del Museo de Bellas Artes, donde me entretengo un par de horas, deleitándome con las texturas, los volúmenes y las pinceladas, a veces furiosas, otras sutiles y delicadas.

15:00 Cita junto al lugar en el que nos despedimos por primera vez, juntos caminamos y damos buena cuenta de un plato de verduras especiadas y carne adobada. De postre bombones derretidos bajo el sol de julio.

16:00 Recorrido hasta Sopela, mi primera experiencia en una playa nudista. Descubro la existencia de las playas nudistas mixtas y el placer que puede significar bañarse sin ropa y dejar que la piel se seque al sol antes de volver a cubrirse con ropa para tomar un poco de los últimos rayos de sol.

19:00 Mi vehículo parte de nuevo dejando tras de mí lo que he vivido, a lo que he renunciado, lo que he hablado y callado.

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