27 julio 2011

Venezia: Pan y tulipanes





Siempre que pienso en Venecia (en la verdadera Venecia, no en aquella asediada por los turistas) me acuerdo de la película "Pane e tulipani". En la película la protagonista es abandonada en un área de servicio y decide darse un tiempo en Venecia, ganándose la vida en una ciudad que no conoce, no la pertenece y viviendo al día.


A veces como los tulipanes de la propia película se pasa nuestro tiempo, nos quedamos sin pétalos que nos mantengan en el jarrón y entonces es el momento de tomar una decisión. Es paradójico como Venecia tiene algo en común con esos tulipanes, como ellos tiene sus cimientos en el agua, sobre troncos de plantas cortados y exhibe una belleza efímera que atrae a quien se interesa por esa belleza.


La última vez que estuve en Venecia vi la parte fea de la ciudad y la parte fea del turismo, la que para limitar el turismo de masas lo concentra en determinadas fechas, y la actitud del propio turista cuyo único interés es ver, ver, ver y ver a pesar de no entender lo que está viendo. Por fortuna también encontré un estudiante de arquitectura que para entender mejor lo que veía se dedicó a dibujar la Plaza de San Marcos, o tuve la suerte de localizar un parquecito desde el que poder llamar por teléfono a compañeros y deshacerme del peso que me sofocaba e incluso conversar con vendedores de máscaras y propietarios de tiendas que pintaban máscaras venecianas de manera artesanal, por el mero hecho de pasar tiempo sin gastar dinero.







Como colofón final me encontré con Jorge Pardo, un artista cubano al que conocí en Burgos el año pasado y me sorprendió reencontrarlo en uno de esos momentos de tiempo para ser perdido. Y minutos más tarde, me despedí de Venecia, con el agua de la laguna empapando el vestíbulo de San Marcos y un barco de cruceros atravesando el final del Gran Canal delante de la Plaza de San Marcos, que por suerte no sufría acqua alta como se ve en las fotos.

2 comentarios:

Clara dijo...

Venezia tiene mil caras, como todas las ciudades con historia. Personalmente la he conocido en epoca turística, agobiada por las masas y las normas de los lugares turísticos. Aunque tuve la suerte de perderme con mi marido y mi hijo por callejuelas un poco más apartadas y descubrí el día a día de los venecianos en un mes de verano, con sus charlas de ventana a ventana sobre los canales, algún vendedor de fruta y empleados de empresas que aprovechan el descanso del mediodía para desabrocharse el cordón de la corbata y sentarse con un refrigerio en un banco de una plazuela tranquila.
Más tarde ví "Pane e tulipani" y conocí (a través de la pantalla) la ciudad más auténtica. Fue una delicia, sus personajes, las calles habituales, los negocios como los que encontramos en cualquier ciudad viva...
Me encantaría poder ver esa Venezia, la de "Pane e tulipani" y ¿por qué no? caminar con "acqua alta" y sentir la sensación de la ciudad efímera, la que hoy pisamos y disfrutamos en todo su esplendor y mañana quizá no esté.
Por cierto, maravillosa la comparación de Venezia y los tulipanes.
Hasta pronto.
ciao

Agilulfo dijo...

Venezia, laciudad más repetida de la historia. Existe (dicen) una Venezia del Norte, una Venezia en Rusia, una en América, una en... aunque realmente sólo hay una ciudad que se llame así y que además sea así. Estuve dos días en ella, uno lamentable viendo cabezas de personas delante de mí sin atisbo de acabar, comerciantes ávidos de venderte cualquier souvenir o alimento típico y gondoleros desesperados por pillar un turista. Quise borrarlo de mi memoria y afortunadamente el segundo día me hizo pensar en la Venezia del encanto, la ciudad bella y particular, pude perderme por sus calles, comer en una pizzería sólo para venecianos y atravesar puentes que te llevan de casa en casa. Nada que ver, aunque lo inquietante por lo bello no me haría nunca vivir en esa ciudad, lo auténtico se va hundiendo como sus cimientos.
Sii Felice! Vivi! Ciao, caro Figlio