02 marzo 2013

Kind of depression

E non ho scudi per proteggermi 
né armi per difendermi 
né caschi per nascondermi 
o santi a cui rivolgermi. 

Ho solo questa lingua in bocca 
e forse un mezzo sogno in tasca 
e molti , molti errori brutti ,
 io però li pago tutti. 

Una excursión inesperada a una localidad costera, una casa en lo alto de la escollera, toda pintada de blanco, con sus suelos de baldosa de un marrón anaranjado que muestra sin lugar a dudas el material del que están hechas. Sensación de frescor.

Alguien sugiere acercarse a la playa, la orografía del terreno no es precisamente plana, pero aún así nos encaminamos con las mochilas y las botas de trekking hasta una estrecha línea de playa entre el mar y una empinada ladera. La semana precedente ha llovido en abundancia y a partir de un cierto punto, el suelo arenoso no soporta nuestro peso y debemos avanzar con rapidez para evitar ser engullidos por la arena; tras ese pequeño recorrido la ladera caía bruscamente hacia el mar y sólo se podía subir por la escurridiza pared luchando contra los riachuelos y torrentes que las lluvias habían formado o jugarse la vida por la parte baja de la ladera, tentando a la suerte y al fuerte oleaje.

Sin embargo optamos por la tercera opción, volver por la arenas movedizas, descalzos para atravesarlas con mayor comodidad, y permanecer un rato en la parte de la playa con guijarros. La vuelta a la casa en la escollera la hacemos descalzos por la incomodidad de las botas empapadas y llenas de arena.

Al llegar a la casa, llega con nosotros el primero de los problemas: haber dejado en la playa mis botas y mi mochila. Es hora de partir. Nuestros huéspedes nos están esperando con el coche listo para salir. Adiós botas, adiós mochila.

Afortunadamente sólo era un sueño, el frío puede causar sueños muy desagradables.

Una hora más tarde, salgo de casa, atranco la puerta, llevo en mi mano la bolsa correspondiente al contenedor de plásticos y metales. Sigo pensando en mis cosas y tiro la bolsa al contenedor. Un segundo después de soltar la bolsa me doy cuenta de que el contenedor era el de desperdicios orgánicos. TREMENDO SENTIMIENTO DE CULPA. ¿He tirado al contenedor de orgánicos los plásticos y metales que he estado separando durante una semana o las llaves de casa?

Definitivamente debería regular mis horarios de sueño.

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