New York, 23 febrero 2014
Querido Giulio,
hace ya dos meses que llegué a esta ciudad que me alejó un poco más de ti y desde entonces han sido muchas las veces que tuve la tentación de escribirte y no lo hice, hasta que recordé esa frase de Oscar Wilde que tanto te gusta: "La única manera de librarse de la tentación es ceder ante ella".
Supongo que fue esa misma frase la que hace más de cinco años atrás te hizo probar los labios de la persona que mejor te conocía en los baños de la discoteca. Cuando echo la vista atrás me doy cuenta de lo estúpido que fui comenzando a salir contigo sabiendo que a quien realmente querías era a tu mejor amigo Tommy.
Sinceramente lo que más me duele es haber sido el tercer vértice del triángulo, aunque yo mismo sabía lo que había cuando decidí liarme la manta a la cabeza y comenzar una relación contigo. Sabía que estabas enamorado de Tommy y lo sublimabas como amistad, sabía que crerías ver en mí lo que tu amigo tenía y también sabía que algún día me dejarías.
La semana antes de que nuestras vidas tomasen caminos diferentes, yo ya te notaba frío y distante, por eso busqué el calor de otra persona; en el fondo no era más que una manera de darte el empujón que necesitabas para que nuestra relación se fuese definitivamente al garete. Luego apareció Tommy de nuevo en tu vida y yo fui destinado a Nueva York, esta ciudad que he aprendido a amar con el tiempo a pesar de que me aleja de ti, al tiempo que me consta que cada vez tu relación con Tommy es más fuerte.
Simplemente quería decirte que te quiero aunque tú no pienses en mí y cada noche yazcas en el lecho de otro hombre.
Siempre tuyo
Mateo
P.S.: Te envío una foto en la que salimos los dos, la encontré hace tiempo al deshacer la maleta y me gustaría que obrase en tu poder.
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