Lamentablemente se me ha hecho tarde, he quedado para cenar con mi amigo Henry, así que mientras caminamos hacia la explanada donde he aparcado me dirijo a mi interlocutor.
— Se me ha hecho tarde, me tengo que ir.
— Vale pero dame un beso.—me responde al tiempo que nos damos no uno, sino dos besos en las mejillas, éste último un poco más cercano a la boca.
—Tres...— le respondo mientras junto sus labios con los míos y dejándonos llevar por la pasión nos fundimos en cálidos besos.
— Para ya, que vas a llegar tarde; además estamos en medio del parking.
— Vale pero dame un beso.—me responde al tiempo que nos damos no uno, sino dos besos en las mejillas, éste último un poco más cercano a la boca.
—Tres...— le respondo mientras junto sus labios con los míos y dejándonos llevar por la pasión nos fundimos en cálidos besos.
— Para ya, que vas a llegar tarde; además estamos en medio del parking.
Y así fue como Napoleón III y yo nos besamos al despedirnos.
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