28 diciembre 2013

Un café con Don Diego López de Haro.

Eran las diez menos cuarto de la mañana cuando llegué al Termibus de Bilbao y allí lo encontré, junto al árbol de navidad que daba la bienvenida a los viajeros. Sonriente, el fundador de Bilbao se enorgullecía de ejercer de guía para mí en mi particular visita de la villa. Sin dudarlo ni un instante me dejé guiar y nos fuimos adentrando en las calles del ensanche burgués.
No era la primera vez que visitaba la localidad, pero esta vez era diferente, no todos los días se tiene la oportunidad de hacer una visita en solitario o acompañado por uno de sus históricos moradores, así que me olvidé de todo y me puse a caminar. En pocos minutos pude divisar las torrecillas de la Alhóndiga, el nuevo espacio cultural con varias plantas de biblioteca, sala de exposiciones y otros espacios de reunión y difusión cultural.

No dudé ni un segundo en aceptar la invitación de conocer este espacio industrial rehabilitado, aportándole nuevos usos, con sus robustas columnas decoradas de las más diversas maneras, jugando como un niño con formas, motivos y materiales de modo que cada una de ellas sea única y responda a distintos lenguajes artísticos.


Al salir de un espacio tan cálido y acogedor me permití jugar con las esculturas urbanas de hierro, material tradicionalmente ligado al País Vasco, y los espejos a pie de calle. Seguimos nuestro recorrido por la hermosa Plaza Moyúa, eje desde el que parten las calles del ensanche burgués y que atraviesa la Gran Vía del susodicho Diego López de Haro, mi histórico acompañante en este paseo cultural; me di el lujo de adquirir ropa interior (porque a veces es necesidad darse un capricho mundano y caer en los vigorosos tentáculos del capitalismo) en una conocida franquicia para seguir caminando por el característico adoquinado hasta llegar al Puente del Arenal.

Una vez atravesada la Ría y habiendo pasado junto al Teatro Arriaga fue de rigor seguir a pie por Calle Correo, el lugar idóneo para comprar turrones y desde el que perderse por las Zazpi Kaleak, origen medieval de la Villa de Bilbao y hoy núcleo comercial y de ocio. Salir de las Siete Calles no fue tarea sencilla, pero finalmente volvimos a cruzar la Ría e hicimos una parada técnica en uno de los cafés que se asoman a ella.

El Café Nervión era un local con ese aire antiguo que cualquier café ubicado en una zona céntrica desearía para sí, en una calle tranquila con vistas hacia la Ría y el Casco Viejo, además de un agradable sol de la mañana que anima a dejar el jersey en la silla más cercana y disfrutar del calor y la luz que el astro rey nos brindan. El mobiliario de madera y la música suave invitan al descanso, la reflexión y la conversación.

Tras unos minutos de relax subimos por la calle que lleva a la Estación de Abando-Indalecio Prieto, donde Don Diego López de Haro se despide de mí con un abrazo para volver a su pedestal en la Plaza Circular (antigua Plaza de España) mientras yo me adentro en el subsuelo de Metro Bilbao y despierto lentamente del sueño vivido.

Así fue el día en el que me tomé un café con Don Diego López de Haro.

21 diciembre 2013

Silencio


Hay palabras que alivian, hay palabras que hieren y deben ser guardadas convertidas en silencios, en vacíos y en ausencias.

Hay silencios que hieren, hay silencios que lastiman, no a quien los percibe sino a quien los guarda, se guarda las palabras por miedo de no ser aceptado, de herir los sentimientos de otras personas o de no agradar. 

A la larga estos silencios se van acumulando, no se exteriorizan los sentimientos y cuando se vomitan son como minas a la deriva, van a explotar causando daño, pero nadie sabe dónde ni cuando van a explotar, ni siquiera las consecuencias que la explosión van a tener.

Hoy me apetecía escribir y me disteis el pretexto adecuado para ello.


01 septiembre 2013

Vómito


Un examen de selectividad como cualquier otro, excepto por una cosa, las pruebas eran cada una en una ciudad, tras la prueba en Burgos sería en León y progresivamente migrando hacia el oeste. A la media hora de estar escribiendo y plasmando todos mis conocimientos una mezcla entre un ataque de tos y una arcada hace que una enorme bola de mocos intente ahogarme y me fuerce a abandonar el aula arriesgándome a dejar la prueba escrita incompleta y perder la oportunidad de acceder a la universidad.

Unos instantes más tarde, cuando conseguí librarme de la bola de mucosidades que atenazaba mi garganta el examen había concluido, el resto de compañeros estaba recogiendo para salir hacia León y salir en dos coches prosiguiendo su destino.

Cuando decidí tomar la iniciativa y conducir con mi propio coche era ya demasiado tarde, se habían cerrado las puertas de la universidad para mi.
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En realidad no sé que me quiso decir este sueño, quizás que me deshaga de toda mi mierda antes de que sea demasiado tarde y acaba ahogado en ella, que tome decisiones rápido y no le ponga la zancadilla a mi desarrollo personal.

Sea como fuere vomito literariamente lo que la experiencia onírica supuso para mi, por si hay alguien interesado en contemplar esos vómitos.

10 junio 2013

Azul cobalto


El otro día soñé algo muy extraño, sin embargo lo más curioso es que después de todo recuerde el sueño que tuve. Me dispongo a contarlo a continuación.

19:00
Aparezco en casa acompañado de un par de chicos a los que juzgo como amigos míos, la estructura de mi casa ha cambiado y desde la cocina puedo ver, por medio de una cristalera, el salón repleto de gente que desconozco. Junto a la cristalera sólo hay una mesa redonda con mantel negro y servilletas blancas, preparada para cuatro personas. A las 22:00 deberé cenar después de esa extraña recepción.

En algún momento a lo largo de la noche
He salido de viaje en coche junto a los dos chicos que presupongo son amigos. Yo voy sentado en el asiento del copiloto y a un cierto punto puedo ver por la ventanilla izquierda las torres de Chamartín, pero no estamos en Madrid ni es ese nuestro destino.

21:00
Acabamos de llegar a un paraje que me dicen es Zamora, por un momento me quedo solo en un terreno que parece una huerta con pequeños canales surcados por aguas azul cobalto en los que puedo ver el fondo lleno de guijarros y resguardado por cañas secas de dos metros de altura que afianzan los islotes. El chico alto desaparece entre la multitud argumentando que tiene una reunión de trabajo; el chico rubio y no tan alto se queda parado en medio de la nada. Mi estado no es precisamente de tranquilidad porque la cena a la que debo acudir es probable que llegue tarde.


Eso es todo lo que pude reconstruir de mi sueño, aún así me sigue sorprendiendo que a pesar de ser un sueño extraño sea capaz de recordar bastantes datos y curiosidades.

23 mayo 2013

Calor ardiente en el Museo del Louvre

Je t'ai rêvé homme sans pied 
Dieu ou névé 
Ou comme un bruit doux 
Là j'irai bien te chercher 
J'ai tellement changé

Laisse le vent emporter tout 
(Mylène Farmer)

Cada mañana de primavera vuelve a mi cabeza el recuerdo de nuestra cita en el Museo del Louvre. Ambos llegamos puntuales frente al cuadro de la Gioconda, confundidos entre el resto de turistas, los mismos que nos permitían camuflarnos frente a ellos hasta que tus dedos se entrecruzaron con los míos y con suavidad me arrastraste hacia la cafetería del museo.

Mientras bajábamos las escaleras tú me acercaste a tu pecho, me tomaste el cuello con la mano y me besaste apasionadamente, cuando mis piernas comenzaron a flojear y tuve que agarrarte fuerte para no caerme pude ver que nos encontrábamos frente a la Victoria de Samotracia. Posiblemente estar frente a esa figura alada en la dulce compañía de un hombre como tú me hiciese sentirme como volar, como todavía recuerdo cuando fantaseo con ese momento.

Finalmente llegamos a la cafetería, tú fuiste veloz y ordenaste dos croissant, rápidos de comer pero lo suficiente para que el ticket sirviese para abrir las puertas de los aseos. Una vez en el vestíbulo de los baños no me dio tiempo de mirarme al espejo antes de sentirme aprisionada entre la puerta de entrada y tu cuerpo, que cada vez notaba más rígido, especialmente en cierta zona. Dejé que tu boca se fundiese con la mía mientras deslizabas los dedos por mis caderas, caían bajo la minifalda y tocaban con descaro mi entrepierna.

De repente se oyó un ruido al otro lado de la puerta y en media milésima de segundo nos despegamos el uno del otro, dejando paso a un guardia de seguridad que entró a toda prisa en el aseo de caballeros. El último recuerdo que tengo de tu figura fue indicándome el recorrido hacia la colección de escultura egipcia mientras dándome la espalda te alejabas hacia la salida y la tienda de souvenirs.

Cada mañana de primavera vuelve a mi cabeza el recuerdo de nuestra cita en el Museo del Louvre, pero cada tarde recuerdo que tú sigues felizmente casado y yo dándole vueltas a una fantasía que no me deja aterrizar en la realidad.

29 abril 2013

Lencería roja con ribete blanco


Avec toi,
je me voyais faire ma vie.             
Faire ma vie..
Ecoute moi,
le temps d'une mélodie.
Mélodie..

(Axel Tony - Avec Toi)
           

Todavía recuerdo aquella noche en que nuestros cuerpos de aproximaron, cada vez que vuelvo a ponerme la lencería roja y blanca que tú mismo elegiste como más acorde para aquella ocasión, simplemente éramos dos extraños a los que el destino hizo cruzarse.

Quizás fue casualidad que el hotel estuviese lleno, que mi vuelo saliese retrasado y que el congreso en el que tú participabas durase un día más, pero ya sabes; es duro ser azafata de vuelo y no saber dónde te tocará dormir el día siguiente, dónde podrás lavar la ropa que llevas acumulada en la maleta, como también es duro irse un fin de semana a un hotel, sin la posibilidad de concederte un tiempo de ocio.

Tenía que pasar, overbooking en el hotel, la solución más fácil y comprometida era que dos clientes compartiesen hotel, naturalmente la reserva sería devuelta a ambos clientes, no era eso por lo que habían pagado. Afortunadamente era una habitación matrimonial con cama supletoria aunque no nos hizo falta el minúsculo lecho adosado a la pared.

Desde el mismo momento que decidimos compartir habitación también pasó por nuestras cabezas compartir ducha relajante embadurnados en gel que permitió que nuestros cuerpos de deslizasen con mayor naturalidad dando rienda suelta a nuestras fantasías con un desconocido. Tras ese baño ardiente llegó la hora de pasar a la cama, con la única compañía de la minúscula pieza de lencería roja con ribetes blancos sobre lo cual prometimos que jamás diríamos nada por lo que debo mantenerme callada y guardar silencio.

A la mañana siguiente fuiste tú quién me acercó al aeropuerto para que tomase aquel vuelo a Timisoara antes de que tu congreso comenzase, dejando en aquella calurosa noche de Atenas todo el amor y la pasión desatados.




13 abril 2013

Farfalle in pancia




¿Quién fue el primero
que se atrevió a besar
 y superó todo aquello?
 Y no lo paséis mal,
 sabéis que os quiero
 y eso es pa' el cielo.

Hoy mientras me estaba lavando las manos he levantado la vista, he visto un chico, con gafas, recién afeitado, con un collar blanco al cuello y una camiseta negra que marcaba su anatomía pectoral. No he podido resistirme a esa mirada y he sonreído.

Él por su parte me ha devuelto la sonrisa, así que he decidido guiñarle un ojo y he percibido como su ojo también se cerraba a la vez que el mío. El corazón se me ha acelerado un momento pero he decidido hacer caso omiso de esa señal y seguir con lo que estaba haciendo.

Esta noche sé que no dormiré junto a él, pero mañana cuando lo vea me he propuesto tocarle y decirle algo. Deseadme suerte.

¿Quién fue el primero
que se atrevió a besar
 y superó todo aquello?
 Y no lo paséis mal,
 sabéis que os quiero
 y eso es pa' el cielo.



08 abril 2013

Gracias Sara

[...]

A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.


(Miguel Hernández)

No es habitual que haga entradas dedicadas a personajes famosos pero la muerte de Sara Montiel me ha llevado ha hacer una excepción.

Recuerdo que siendo yo muy pequeño, a finales de los '80 o principios de los '90 tenía una carpeta en la que iba pegando recortes de famosos y famosas que aparecían en las revistas de la época. Una de las famosas que todavía recuerdo hoy es Sara Montiel.

La imagen que tengo en mente de Sara Montiel era vestida de azul cobalto, con el pelo de negro, liso con media melena y enjoyada. Lo que más me fastidiaba es que en la revista aparecía la foto cortada y no se le veían las piernas, así que desde mi visión infantil busqué unas piernas de una famosa y se las pequé debajo.

El resultado era un poco chapucero porque era una Sara Montiel con vestido de noche cortado hasta la mitad, con unas piernas que no eran las suyas pero sobre todo por lo chaparrita que quedaba.

En resumen, que para mi Sara Montiel siempre será ese personaje cortado por la cintura pegado en la carpeta que Dios sabe dónde andará.

01 abril 2013

Vértigo

Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
tenías que estrellarte o que abatirme...
¡No pudo ser!
[...]
G. A. Bécquer
http://www.oyemexico.com/wp-content/uploads/2013/03/oyemexico_columpio_1-380x285.jpg

El otro día soñe que estaba rodeado de niños que hablaban italiano, que hablaba con profesores que hablaban italiano y que los niños italoparlantes me invitaban a subir a un columpio con tobogán.

No era un columpio al uso, era de alto como un edificio de tres pisos, pintado de rojo y negro, rodeado por los muros de un edificio antiguo y muchísima vegetación, mucha humedad que impregnaba el ambiente.

El caso es que la invitación a subir al columpio la acepté y acabé en la cúspide, con unos huecos tan pequeños que casi no cabía por ellos y la sensación de que podría caer al vacío desde lo más alto.

Finalmente conseguí encontrar la manera de entrar por el hueco y bajar por el tobogán, quizás debería haberme dejado caer al vacío, al fin y al cabo era un sueño, pero parece ser que el espíritu suicida no me acompaña ni siquiera en los sueños.

02 marzo 2013

Kind of depression

E non ho scudi per proteggermi 
né armi per difendermi 
né caschi per nascondermi 
o santi a cui rivolgermi. 

Ho solo questa lingua in bocca 
e forse un mezzo sogno in tasca 
e molti , molti errori brutti ,
 io però li pago tutti. 

Una excursión inesperada a una localidad costera, una casa en lo alto de la escollera, toda pintada de blanco, con sus suelos de baldosa de un marrón anaranjado que muestra sin lugar a dudas el material del que están hechas. Sensación de frescor.

Alguien sugiere acercarse a la playa, la orografía del terreno no es precisamente plana, pero aún así nos encaminamos con las mochilas y las botas de trekking hasta una estrecha línea de playa entre el mar y una empinada ladera. La semana precedente ha llovido en abundancia y a partir de un cierto punto, el suelo arenoso no soporta nuestro peso y debemos avanzar con rapidez para evitar ser engullidos por la arena; tras ese pequeño recorrido la ladera caía bruscamente hacia el mar y sólo se podía subir por la escurridiza pared luchando contra los riachuelos y torrentes que las lluvias habían formado o jugarse la vida por la parte baja de la ladera, tentando a la suerte y al fuerte oleaje.

Sin embargo optamos por la tercera opción, volver por la arenas movedizas, descalzos para atravesarlas con mayor comodidad, y permanecer un rato en la parte de la playa con guijarros. La vuelta a la casa en la escollera la hacemos descalzos por la incomodidad de las botas empapadas y llenas de arena.

Al llegar a la casa, llega con nosotros el primero de los problemas: haber dejado en la playa mis botas y mi mochila. Es hora de partir. Nuestros huéspedes nos están esperando con el coche listo para salir. Adiós botas, adiós mochila.

Afortunadamente sólo era un sueño, el frío puede causar sueños muy desagradables.

Una hora más tarde, salgo de casa, atranco la puerta, llevo en mi mano la bolsa correspondiente al contenedor de plásticos y metales. Sigo pensando en mis cosas y tiro la bolsa al contenedor. Un segundo después de soltar la bolsa me doy cuenta de que el contenedor era el de desperdicios orgánicos. TREMENDO SENTIMIENTO DE CULPA. ¿He tirado al contenedor de orgánicos los plásticos y metales que he estado separando durante una semana o las llaves de casa?

Definitivamente debería regular mis horarios de sueño.

20 enero 2013

Días de rosas.


Érase una vez una floricultora especializada en rosas, sus hibridaciones eran famosas en toda la provincia y cuyas rosas eran demandadas en todo el país por la fragancia que desprendían y la hermosura que demostraban.

Un día en plena temporada, se sintió indispuesta, llamó al médico y éste le recomendó reposo durante una semana, así que convocó a sus siete hijas y les dijo así.

-Durante estos siete días que yo no podré cuidar de la rosaleda os encargo que cada día sea una de vosotras la que corte las rosas floridas y las lleve al mercado. Como ya sabéis los rosales responden a vuestros sentimientos, así que podréis tomar una rosa el día que os corresponda y disponer libremente de ella.
El primer día la encargada de la rosaleda fue Inés, la benjamina de la familia.

Por la mañana cortó las mejores varas recién floridas y tomó una rosa blanca con el tallo corto para adornarse el cabello.

Tras esto llevó las rosas al mercado, que como siempre fueron las primeras en venderse y al volver de camino a casa coincidió con una compañera de juegos a la que regaló la rosa blanca.
El segundo día la encargada de la rosaleda fue Amelia, algo mayor que Inés.

Por la mañana cortó las mejores varas recién floridas y tomó una rosa rosada con el tallo corto que colocó en el escote.

Tras esto llevó las rosas al mercado, que como siempre fueron las primeras en venderse y al volver de camino a casa se desvió para ver a un amigo por el que empezaba a tener sentimientos amorosos; le dio la rosa a su amigo, que la acompañó a casa tomándole la mano.

El tercer día la encargada de la rosaleda fue Pilar, la hermana en plena adolescencia.

Por la mañana cortó las mejores varas recién floridas y tomó una rosa roja que sujetó en el cinturón.

Tras esto llevó las rosas al mercado, que como siempre fueron las primeras en venderse y al volver de camino a casa aprovechó para pasar por casa de su enamorado, juntos arrancaron los pétalos de la rosa y dieron rienda suelta a la pasión.

El cuarto día la encargada de la rosaleda fue Genoveva, una de las hermanas gemelas.

Por la mañana cortó las mejores varas recién floridas y tomó una rosa rosada, muy fragante para adornarse el cabello. Al coger la rosa se pinchó con las múltiples espinas.

Tras esto llevó las rosas al mercado, que como siempre fueron las primeras en venderse y al volver de camino a casa, su novio con el que llevaba años saliendo la dejó partiéndole el corazón. La rosa volvió a casa en la cabellera de Genoveva, que la dejó junto a su almohada para que perfumase la estancia.

El quinto día la encargada de la rosaleda fue Gabriela, la hermana gemela de Genoveva.

Por la mañana cortó las mejores varas recién floridas y tomó una rosa amarilla, que resaltaba el cabello rubio que ella tenía.

Tras esto llevó las rosas al mercado, que como siempre fueron las primeras en venderse. Al volver al casa le hubiese gustado tener a alguien a quien regalar la rosa, así que envidiando a su hermana Genoveva la trajo de vuelta a casa y la dejó junto a la de su gemela, pero esta no olía.

El sexto día la encargada de la rosaleda fue Tatiana, una de las hermanas mayores.

Por la mañana cortó las mejores varas recién floridas y tomó una rosa de un rojo tan intenso que parecía negra.

Tras esto llevó las rosas al mercado, que como siempre fueron las primeras en venderse y al volver de camino a casa se acercó al cementerio para dejarla sobre la tumba de su padre, que había muerto cuando su hermana Inés todavía gateaba.

El séptimo y último día la encargada de la rosaleda fue Rebeca, la mayor de las hermanas.

Por la mañana cortó las mejores varas recién floridas y tomó la rosa más extraña que nunca había visto, una rosa regenerada.

Tras esto llevó las rosas al mercado, que como siempre fueron las primeras en venderse. Al volver a casa comenzó a llorar por una pareja que no fraguó; las lágrimas no le dejaban ver el camino, así que tropezó y cayó al suelo; afortunadamente las manos de un caballero le ayudaron a levantarse, había reencontrado el amor. El caballero era el nuevo médico que venía de casa de la floricultora de certificar que todo volvía a la normalidad.